02 noviembre 2013

Pecera, un cortometraje del océano

Un corto que en doce minutos agita nuestra conciencia,
nos hace sentir rabia, indignación y tristeza, 
porque, al fin y al cabo, esta "pecera" es la triste realidad
que a muchas personas les toca vivir.



Pecera es un corto del director, guionista y productor de cortometrajes Carlos Bouvier. Inició su andadura cinematográfica con el corto Para Luz y poco a poco fue labrándose una exitosa carrera en el arduo camino del cine. Pecera fue calificado en el 2011 como el corto más reivindicativo del año y fue galardonado con múltiples premios.

Y no es para menos. Su crítica al trato laboral que reciben los trabajadores por parte de las empresas no puede ser más certera. La cultura del todo vale, muy predominante últimamente en las relaciones de trabajo, en el lenguaje de las empresas  y en la sociedad en general.

Se podría decir que se trata de un corto basado en una historia real, ya que Carlos Bouvier decidió grabar Pecera tras padecer esta política laboral en sus propias carnes. Se dice que la indemnización que recibió fue la fuente de financiación del cortometraje.

Lola es la responsable de una de las sucursales de una empresa de trabajo temporal. Las denuncias por despido improcedente van en aumento y las cuentas de la empresa no dan para pagar todas las indemnizaciones que se les demanda. Por lo que Lola será la encargada de aplicar todo tipo de artimañas necesarias para convencer a sus trabajadores de que firmar el consentimiento de despido es la mejor opción. Injusticias, amenazas, mentiras… El fin justifica los medios. Todo vale para conseguir los beneficios que se pretenden.

Es un ejemplo más de todos los que ocurren día a día en la actualidad. Personas en manos de empresas sin principios ni valores, a las que poco importan sus trabajadores ni las responsabilidades que tengan fuera de la oficina o de cualquier otra “pecera”. Es una de las consecuencias de vivir en este sistema que nos ha venido impuesto donde lo que cuenta es el beneficio de uno mismo, el consumo y que nos ha llevado a la deshumanización de todo. No importan las personas, importa el dinero. Y da igual lo que tengamos que pisotear o destruir para conseguirlo.

Poco a poco hemos ido dejando por el camino aquellos principios básicos de moral y ética tan valiosos hace ya un tiempo, y estas son las consecuencias que tenemos que pagar. Un mundo controlado por empresas que cada día y gracias a los gobiernos existentes tienen más facilidades para actuar a su antojo. Bouvier lo plasma de forma sublime.

Crítica de: María del Mar Escobar









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